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Los psiquiatras infanto-juveniles somos médicos que decidimos especializarnos en el estudio y tratamiento de los padecimientos mentales en la infancia y la adolescencia. Dentro de estos últimos, podemos encontrar una amplia gama de diagnósticos como los Trastornos del Espectro Autista (TEA), la Discapacidad Intelectual (DI), la Depresión, el Trastorno por déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), los Trastornos de ansiedad y muchos otros. Cabe aclarar que el hecho de que un paciente tenga un trastorno del desarrollo como autismo o discapacidad intelectual, no quiere decir que no pueda presentar otras enfermedades físicas u orgánicas como apendicitis, caries, depresión o un trastorno de ansiedad en algún momento de su vida. Por eso es muy importante el seguimiento pediátrico de los niños y adolescentes con TEA, ya que frecuentemente ellos manifiestan conductualmente, a través de berrinches o irritabilidad, dolores y malestares que no pueden expresar de otra forma.
Dentro de los motivos de consulta más frecuentes en lo referente a los niños y adolescentes con TEA, se encuentran las conductas auto y heteroagresivas (para con otros), sintomatología ansiosa y depresiva, hiperactividad, dificultades atencionales, irritabilidad, berrinches, trastornos del sueño y síntomas obsesivos.
Nuestro primer paso es indagar acerca de los antecedentes personales y familiares del paciente, sobre el comienzo de la sintomatología y si hubo algún posible desencadenante ambiental, (puede ser familiar, escolar, etc.). Es importante evaluar si hay alguna condición comórbida (desde epilepsia no controlada, trastornos sensoriales hasta el dolor por una caries) que pueda estar interfiriendo en la sintomatología presentada por el niño.
Para evaluar la magnitud de los síntomas siempre debemos tener en cuenta dos factores: cuanto interfieren con la vida familiar o escolar y si el paciente se pone en riesgo a sí mismo o a otros.
• La evaluación clínica
• Al relato del familiar o acompañante
• Lo referido por el paciente si este tuviera lenguaje
• Lo observado por la escuela y demás profesionales intervinientes en el caso
Con los datos obtenidos realizamos una hipótesis diagnostica y en base a la misma evaluamos el riesgo/beneficio de indicar una intervención farmacológica. Es necesario destacar que la terapia psicofarmacológica no cura sino que es un recurso complementario a otras intervenciones.
En los casos en que se indica el uso de un psicofármaco se continúa con un seguimiento de los pacientes con TEA y sus familias; realizamos controles periódicos para ajustar las dosis a medida que los pacientes van creciendo, evaluamos la aparición de afectos adversos a la medicación, valoramos en función de los avances la necesidad de continuar o no con el tratamiento farmacológico, así como si los demás tratamientos/apoyos que están recibiendo son acorde a sus necesidades. Lo primordial es acompañar a las familias con los nuevos desafíos que van surgiendo en la crianza.